He visto una liebre muy grande en mi último viaje.

 ¿Es tristeza el cansancio?

¿Puede lo miserable hacernos hermosos?

Luna Miguel Santos.

 

Siempre que observo fotografías, veo los ojos de quienes en ellas aparecen. Hay momentos en que vivimos en tristeza, en esas temporadas no percibimos esa opacidad en las miradas, mucho menos vemos lo que nuestros ojos experimentan al vernos frente al espejo. Pero si observas una fotografía de tu vida cuando está a punto de estallar una crisis  de angustia, miedo, dolor, busca el nombre que más se adapte a lo que has experimentado, la mirada, las miradas, tu mirada está por desbordar soledad.

Por qué hablo de todo esto, recién he pasado sin razón aparente los archivos fotográficos que conservo, y me he encontrado una, que para mi era un según lo que mi memoria me permite traer al presente, un momento agradable, pero mi acompañante, que se llamará ella de ahora en adelante, tiene una mirada que duele, es posible que mi percepción de ese momento era de pasividad por el silencio del sitio, por la conversación que se tuvo o bien porque el frio empezaba a adormecer mi cansancio, nunca supe que tanto ella tenía interés en dejar que se conociera el tipo de soledad que estaba a punto de experimentar, pero repetía lo agradable que le sentaba ese día conversar en un restaurante vacío para tomar juntos la comida, pienso que es la atracción entre enfermedades, tu llevas una herida que se complementa como el mal que al otro le sobra.

Estoy enfermo de soledad y ese parásito hace que no pueda ver los síntomas del otro que también padece del mismo mal, uno repele toda señal de posible contagio de una soledad mayor, repelemos al que lleva una carga mayor como la hidrofobia del enfermo de rabia.

He descubierto lo mucho que me gustan las mujeres Judías, la simetría de sus imperfecciones, la exactitud con que saben llamar tu atención de la forma que menos esperas, y también lo que escriben. Antes de salir a la carretera he leído un libro breve de Irene Nemirosvky, bajo el sol el final del libro de ella, Irene, me hizo darme cuenta que posiblemente ella, habría estado también enferma de soledad como su personaje Antoinette, quien en un  ataque de ira lanza un paquete de cartas en la oscuridad sobre el rio sena, podría pensar que en el futuro Antoinette de 1927 podría ser la Nirvana Hank del 2023. Pienso en las mujeres Judías y en las formas de sus narices que son hermosas y el  Magen David que llevan sobre el pecho, pienso que la Irene del presente es Helena Tramunt.

La soledad no es tan grande, como soñarse solo,  לַּיְלָה טוֹב

 



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