Existe un corazón púrpura

que navega en lo oscuro de las aguas.

Existe un corazón que se nutre

del vuelo de las aves que migran de la soledad.

Existe un corazón que duerme

en el olor de las flores

para aprender los nombres del cielo.

Ese corazón vive,

en los atardeceres de septiembre explorando la memoria,

y es que la memoria duele,

el tiempo que se alberga en las ideas pesa.

Existe ese corazón que sueña

con ríos que corren hacia la mañana,

con el deseo que el tiempo se lleve el peso de la penumbra.

Existe un corazón, te digo,

que siente el sopor de la vida en cada atardecer.

Existe y no lo cuestiones

sabrá desbordarte de respuestas,

existe porque llora,

pero no te detengas a mirarlo

pueda que quieras cuidarlo,

no te detengas porque ese corazón es el mío.




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